posmodernos y jodidos

Llora, carajo

No era eso.

No era hambre, ni enojo, ni euforia.

Era dolor, era tristeza. Te sentaste muy recta, por las mañanas delante de tu escritorio y por las tardes delante de aquella copa de vino.

Muy recta delante de la vida. Derechita, bien sentada. La primera de la clase, la que siempre hacía la tarea, la que no se abandonaba a la pereza ni a la inocencia. A la inocencia menos que a cualquier otra cosa.

Porque había que madurar a punta de ausencias, había que hacer lo correcto y ser fuerte. Porque los adultos somos fuertes, porque hay que vociferar que todo lo podemos, que nada nos detiene, que somos los guardianas de la civilización y de la evolución del mundo.

Y te pasaste meses convenciéndote de que te dolía sólo un poco.

¿Es que hay escalas del dolor?

Cuánto tiempo es suficiente tiempo para que duela menos.

¿Cuánto, en la escala de dolores, se debe adelantar después de tres años de su muerte?

Pero es que te dolía esa muerte y las otras. La de aquella casa de la que saliste sin pensar, con tu fuego por delante que te ilumina tanto como te enceguece; aquella casa que te persigue con imágenes del jardín de flores muertas que no cuidaste hasta el final como prometiste que harías. La muerte de aquella tú.

Y una noche lloraste delante de un corto animado como si tuvieras siete años y el personaje de tu caricatura favorita hubiese desaparecido.

Qué vergüenza. Tú querías que te importara todo: el país, la corrupción, el recibo de honorarios, las entregas a tiempo, las víctimas sin justicia, la vigencia del pasaporte, el vestido nuevo. Pero sólo te importaba tu dolor, a veces sólo hay espacio para el egoísmo.

Luto de casa. Luto de amor. Luto de padre. Luto de una década agonizante. Luto de ti. Luto de la historia de esa niñez que por fin terminaste de relatar. Sobreviviste a la niña que fuiste. Y ahora te da por contar la historia de tu padre, mira que eres necia.

¿Cómo iba a importarte lo demás si estás escribiendo la historia de tu padre?

Y este país y esta tú que sólo quiere correr en el bosque.

Y corres y te caes mientras corres, tocas la sangre, la rodilla inflamada. Lloras y te ríes porque lloras. Carajo, no se llora por un raspón en la rodilla. Pero sí.

Sí, sí, sí. Se llora por el raspón en la rodilla y porque se han muerto tu padre y tu abuela y ahora no puedes dejar de pensar que un día morirá tu madre y porque tienes miedo de esta puta epidemia y porque la puta incertidumbre y por las cien mil veces que te dijeron no llores.

Muérdete las uñas, no llores.

Haz la tarea, no llores.

Firma tu despido, no llores.

Llama a tu compañía de seguros, no llores.

Llega a esa casa vacía y ocúpala, no llores.

Dale un beso a los abuelos, no llores.

Cómete el brócoli, no llores.

No pasa nada, no llores.

Pero sí pasa. Todo está pasando todo el tiempo. Sobre todo pasa que estás cansada de ti misma, tan cansada, exhausta de este cuerpo, del encierro, del miedo cotidiano. Pasa que perteneces a una especie cuya primera manifestación de vida es el llanto.

Acabas con la condena del no llanto. Te rebelas contra la tiranía seca. Desobedeces y te dices: llora.

Llora aunque parezca ridículo, llora en la cocina, en la cama, frente a la tele, haciendo la maleta, frente al calendario, frente a ese poema del cuerpo adolorado que escribió tu amiga poeta. Llora cuanto quieras, llora hasta que te gane la risa y vuelva a imponerse el hambre y el despertador, la euforia y el nuevo ciclo de lavado. Hasta que la rueda de la fortuna te diga que también su nuevo círculo fue inaugurado. Que estás de vuelta, que aquí vamos.

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Alma Delia Murillo

Es escritora, autora de los libros Cuentos de maldad (y uno que otro maldito) y El niño que fuimos bajo el sello de Alfaguara; Las noches habitadas (Editorial Planeta) y Damas de caza (Plaza y Valdés). Colabora en El Reforma, The Washington Post, El Malpensante, Confabulario de El Universal, Revista GQ y otros medios. Desarrolla guiones para cine y teleseries. Autora de las audioseries y podcasts en Amazon Audible: Diario la libro, Ciudad de abajo, Conversaciones, El amor es un bono navideño.

39 Comments

  1. Hace unos días, le decía a la psicóloga que la mejor actividad que tenía para el alivio eran las lágrimas, gracias Alma, por sin que lo sepas, me has regalado tanto y has compartido mucho más. Un abrazo entre desconocidas.

  2. Mario García

    Mi Alma, conmueve corazones duros y fríos como el que un servidor está convencido que tiene, su talento para expresar conceptos concretos y abstractos es una virtud que pocos poseen… un placer leerla…

  3. Juan Pablo Estrada

    Porque las distancias pueden ser cercanías y los momentos, sincronías.
    Leerte es un oasis permanente. Gracias Alma, hacía tiempo que no me conmovía de esta manera tan sincera, pura y llena de admiración. Las letras, las palabras son tan tuyas y tan universales. Las oigo en tu voz, las leo en tu letra, las lloro contigo. Gracias

    • Alma Delia Murillo

      Te mando un gran abrazo, Pablo querido, hay un poema de León Felipe que dice que somos humanos porque aún existe el llanto, si puedes búscalo, es una belleza.

  4. 😳

    (Gracias por compartir)

  5. Yo oro contigo y lloro contigo.
    Gracias por compartir este juego de pensamientos que te hacen reflexionar sobre nuestra estancia aquí en el breve espacio que tenemos y cómo nos damos aveces demasiado tarde.

  6. ¡Gracias!

  7. Celia Estela Mojica Cervantes

    Bellas tus palabras. Cruda y hermosa realidad que nos envuelve, nos cerca. Vida y muerte danzando al son del llanto.
    Abrazo tu talento y admiro tu persona. Lloremos este año juntos los que aún tengamos entrañas.

    • Exacto. Lloremos los que aún tengamos entrañas….😥

    • Alma Delia Murillo

      Gracias, Cecilia querida. Te mando un gran abrazo

    • Después de una sequía, un lunes por la mañana como manantial nuevo; me brotó el llanto, corrí al baño y tome una toalla para secarme. Este 23 otro aniversario de la muerte de mi padre.En este año nonato solo queda llorar dónde se pueda. Gracias por tu narrativa.

  8. Adelaida Martínez Chapa

    Gracias. Me hiciste el día.

  9. Qué hermoso. Lloremos y sigamos. Abrazos amorosos.

  10. ¡Carajo! ¡Que preciso y verdadero texto! Ppppffff, empecé a llorar desde: «…aquella casa de la que saliste sin pensar…» 😭😭😭😭

  11. Alberto Medina Castillo

    Llora Alma Delia, llora pero engarza tus lágrimas como un collar de perlas. Sigue bordando con palabras como si fueran brillantes lentejuelas y chaquiras. Llora sobre un lienzo para pintar un cuadro de Velazquez, llora en una página para crear un poema de Neruda o seca tu llanto en una partitura de Vivaldi.
    Llora hasta que las lágrimas formen un torrente que ahogue al mundo. Pero sigue escribiendo. Por favor.

  12. Que ganas en estos días de dar un abrazo fuerte, bien apretado a un amigo, a ese ser querido. Yo tengo desde marzo que no le doy un beso a mi madre a pesar de irla a ver cada semana y no se lo doy porque la quiero mucho.

  13. Monica Madrigal

    Tan cierto Alma, me retrataste … muy derechita por la mañana en mi escritorio y en la tarde con mi copa de vino … eres vidente ???? Pues a llorar cuando lo necesitemos, abrazos

  14. Miguel Ángel Ochoa

    Lloro contigo Alma Delia, y lo comparto con sabor a sal.

  15. José Luis Quintero Carrillo

    Gracias, querida Alma Delia, por los puentes que levantas en distintas direcciones. Alguien, al otro lado del Atlántico, vivió la pérdida de su padre, hace justo tres años y ahora teme por su madre. También tuvo que dejar su casa, su país, sus abuelos… ¿Cómo suceden estas cosas? Desde la primera hasta la última palabra de tu texto, te leía y la veía a ella. Al final, le puse voz y música a tu texto, que hoy me ha servido de puente para estar en donde físicamente no puedo. Gracias infinitas.

  16. Cuánta razón y humanidad hay en tus palabras, traduces a palabras los sentimientos que todos callamos y con ellas nos invitas a soltar esos amarres aprendidos que llevamos tatuados en el corazón y nos impiden ser.
    Nunca dejes de escribir, tienes un don especial. Úsalo para ayudar a todos los que no te conocíamos pero en los que siembras algo muy bueno.

  17. Adriana Pineda

    Alma gran texto, me sentí tan identificada, hace un mes falleció mi papá de manera repentina y si, que dolor. Gracias.

  18. Querida Aima: nunca se está de vuelta de todo. Qué envídia de los que lloran.
    Te abrazo con cariño.

  19. Alma querida,
    Te duele el cuerpo, te duele el mundo.
    Algo malo tenía que tener este DON, el de sentirlo todo. Pero así como hay luto, hay renacer y tú eres como el ave fénix, tienes alas pero están empolvadas de pesado pasado y demasiado futuro.

    Vive hoy, abre tus alas a la vida, porque eres un hermoso colibrí; brillas y vuelas graciosa hermosa…
    Y eso, tú y yo ya lo sabíamos ;D

    Te envío un abrazo que consuela pero sobre todo un abrazo que renueva.

  20. ¡Qué sí! Lloró, berreo, pataleo, y después me sueno los mocos, me doy un baño reparador, me bebo un café y me abrazo. Arreeee mamona que las cuentas no se pagan solas.
    Un fuerte abrazo mi querida Alma. ¡Respira hondo que nos falta un chingooo!

  21. Alicia González

    Caray así me siento menos culpable de llorar. Es como si tuviera que razonar o validar las causas de un llanto que se interrumpe. Hermosa prosa de lágrimas.

  22. Wow, cuanto me ha servido llorar en los últimos años, y cuánto me lo prohibieron de niño y de adolescente. Quizá estoy recuperando el tiempo perdido. Gracias Alma por recordarme que llorar alivia y cura heridas del alma.

  23. Wendy Margarita Espinosa Castillo

    Me ha conmovido muchísimo, gracias

  24. Gracias por darle impulso a mis lagrimas, lo que escribes ha llegado a mi justo cuando lo necesito. Gracias por abrirte y dejarnos empatizar contigo <3, gracias por que encuentro en tus palabras refugio.

  25. Te busqué por el episodio de se regalan dudas; no se cuantos de tus textos ya leí pero con cada uno me mueves las entrañas y me sorprendes más. Muchas gracias por compartir lo que haces.

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