posmodernos y jodidos

Ecos y narcisos

Pienso a menudo en la identidad. En lo escalofriante que puede ser convertirnos en la representación que hacen de nosotros las redes sociales.

Parece una obviedad pero si digo que yo no soy mi cuenta de Twitter ni la de Instagram o de WhatsApp, resulta difícil separar la idea de la representación del Yo y del Yo mismo.

Me intrigan sobremanera los algoritmos digitales, me pregunto cuánto suman a la cámara de ecos donde sólo oímos a los que piensan como nosotros y si eso es una representación del Yo. Hice el ejercicio de revisar mi time line en Twitter y concluí que sí, que las representaciones de los otros y lo que comparten, se parecen a mí y yo me parezco a ellos. Pero eso debe pasarle a todos, cada cuál tendrá una cuenta en la red social de su preferencia que se parece a sí.

Entonces hará cosa de dos meses abrí una cuenta de Twitter con un perfil diametralmente distinto al mío. Elegí ser hombre, llamarme Juan, vivir en una ciudad distinta, tener hijos, estar casado, amar a Dios y sus preceptos.

Una vez creado el perfil, Juan aceptó seguir todas las cuentas que el algoritmo de Twitter le sugirió.

Ya sé que lo sabemos, pero no deja de ser impresionante el laberinto de espejos digitales en el que vivimos. Ese Juan tiene un universo que de inmediato se llenó de rechazo al aborto, amor al fútbol, joyería especial para aniversarios matrimoniales con bendiciones papales (no miento), amor al fútbol, profesionales del acoso digital, amor al fútbol, influencers que ni remotamente habría topado en mi propio Time Line. ¿Ya dije amor al fútbol? Música absolutamente desconocida para mí. Y pleitos en línea por poner al descubierto infidelidades de personajes públicos que no termino de entender si son influencers, actores, actrices o cantantes. Perdónenme, no sabía que mi vejez fuera tanta.

Me sentí como si hubiese despertado dos siglos adelante y me asombrara porque en el mundo ya no suena ni siquiera algo parecido a lo que yo conocí. Prácticamente ningún tuit que desfila en el perfil de Juan es sólo texto: todo es una tormenta de memes, fotos, videos, gifs.

Y otra cosa interesantísima, en el universo de Juan se habla poquísimo de la pandemia de Covid o de temas de salud pública. Se odia mucho al presidente Andrés Manuel, se suspira con nostalgia por la gestión de Peña Nieto y se está, indefectiblemente, por la defensa de la vida de los nonatos. Otros temas de la agenda pública como medio ambiente, violencia de género o recortes presupuestales brillan por su ausencia.

Detecté también un discurso insistente que llama a la cultura del propio esfuerzo: si logras una economía estable es porque eres chingón y si no lo logras, allá tú por pendejo.

Una cosa más, en la tribu de Juan quien escribe suele hacerlo en tercera persona, es extraño. La transacción de escribir y publicar un pensamiento ha dejado de ser un acto de intimidad implicada en lo humano del Yo. Ahí el Yo no escribe, no dice. Ahí se escribe, se dice.

Ustedes pensarán que desprecio el universo de Juan en su perfil digital y celebro el mío, que para allá voy con todo esto. Pero lo cierto es que no, porque luego me metí al perfil de Alma Delia, navegué un rato en el contenido y fue como ver la misma guerra desde la trinchera de enfrente. Otras expresiones de la estrechez, otras identidades construidas desde el polo del rechazo. Polarización como muestra de limitación absoluta.

El espejo de Narciso en código binario. La voz de Eco transmitiendo en línea.

En el Diccionario de Mitos Griegos de Robert Graves, se exploran tres finales del mito de Narciso: en el primero Narciso quiere besarse a sí mismo y al intentarlo cae al río y se ahoga, en el segundo se suicida con la misma espada que había provocado la muerte de otro amante rechazado, y en el tercero Narciso es condenado a vivir enamorado de su imagen sin poder nunca conocerse a sí mismo.

¿No nos estaremos condenando nosotros a ese tercer final?

Una cosa más: el aceite de la flor de narciso que resultó del mito es un narcótico (noten la coincidencia de la raíz etimológica) y sirve para anestesiar, adormecer, atontar.

Que sí, que el discurso político del presidente es responsable de polarizar, pero se necesita un Narciso muy enamorado de sí mismo para que la polarización germine. Y me temo que narcisos, hoy somos todos.

*

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Alma Delia Murillo

Es escritora, autora de los libros Cuentos de maldad (y uno que otro maldito) y El niño que fuimos bajo el sello de Alfaguara; Las noches habitadas (Editorial Planeta) y Damas de caza (Plaza y Valdés). Colabora en El Reforma, The Washington Post, El Malpensante, Confabulario de El Universal, Revista GQ y otros medios. Desarrolla guiones para cine y teleseries. Autora de las audioseries y podcasts en Amazon Audible: Diario la libro, Ciudad de abajo, Conversaciones, El amor es un bono navideño.

6 Comments

  1. Luis Antonio

    Alma Cercana Delia:
    Transitamos en este laberinto de espejos y de espejismos, buscando vislumbrar el rumbo; si es que una vez hubo algún rumbo.
    Salirse de uno para verse desde afuera: esa es la promesa del espejo ¿encontrarse desde allá? la reflexión del espejo, sus reflejos, su vaivén de nitidez y de humo; su esplendor de obsidiana… después de todo ¿qué es un espejismo sino la reflexión del humo?

  2. patsy stillmann

    Me encantaría continuar el diálogo en este tema.

  3. Excelente reflexión. me gusto mucho la idea de que no somos nuestras redes. A pesar de muchos opinan lo contrario. Saludos

  4. cesar augusto cacho

    Hola Alma Delia, acabo de leer tu artículo, es un buen ejercicio, no lo había pensado. Personalmente, deje facebook, instagram y twiter hace màs de 7 años y cualquier rede social que exista, no veo la utilidad y un valor agregado, probablemente tenemos mayores opciones de información y no solo las tradiconales. Sin embargo, al final el internet es un duopolio, dominado por solo unas cuantas compañias dueñas de las redes sociales. Prefiero que mis fuentes de información, formación y pensamiento sean los libros. Una disculpa, no me gusta de hecho escribir. Solo pasaba por aquì buscando nuevos autores que leer.

  5. Juan Encinas

    Yo soy Juan !
    Otro, que salió por el zaguán,
    Y hace tiempo que no te saluda
    mi querida Alma
    Un a brazo y a corazón.

  6. Ana Catalina

    Qué es la vida sino una gran resonancia?

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