posmodernos y jodidos

A ama a B pero

A ama a B pero B ama a C.

Ese era el ejercicio básico que debíamos representar los alumnos de actuación de la Escuela Nacional de Arte Teatral donde pasé un par de años tratando de convertirme en actriz.

Todos los intentos terminaban como el trágico rosario de Amozoc —los millennials no entenderán la referencia— incendios, sexo desenfrenado (ah, la juventud), pleitos,  traiciones, malosentendidos, nuncamases, nomehables y cuánta cosa.

Llegué a la edad en la que mi currículum amoroso reseña todos los roles: he sido A, B y C. Una total player, que le llaman.

Y ahora que las reuniones con amigos pasan necesariamente por los temas de divorcios, separaciones, segundas nupcias, terceros arrejuntes y décimas necedades confirmo que no somos ni únicos ni irrepetibles. Las tragedias del amor y el desamor se parecen todas.

La sombra indeseable de la ex  siempre rondando y los mensajes imprudentes del ex provocando pleitos de almohada en madrugadas incómodas.

El maltrato de las amigas veteranas para la recién llegada y a quien no cesan de comparar con la magnífica antecesora.

Las cuentas, los hijos alternados, las casas, los libros repartidos, las facturas y fracturas compartidas, los saldos insolutos, y los años, los años, los años.

Las vueltas que da la vida, como dijo el mareado. He venido a enterarme tarde, o no, quizá en su justo momento, de las guerras frías que se vivieron en algunos territorios donde irrumpí como la C del ejercicio aquél de mis maestros de teatro.

Bendito el amor que enceguece en el momento oportuno con una ceguera dulce y precisa.

También he sido A, claro, afiebrada por los celos, ese infierno incombustible. He sido B, indiferente y entregada al mismo tiempo.

A la distancia de mis propias historias, las de los amigos y hasta las de quienes me han conferido el honor de nombrarme enemiga, puedo reconocer un patrón, atisbar cierta belleza común que nos hermana: cometemos los mismos desplantes por amor, saltamos como ciegos insensatos a los mismos abismos. Si hay un dios mirándonos desde fuera debe desarmarse unas veces de ternura y otras de la risa, pero si es dios, seguro que también ha jugado todos los roles.

Que no somos únicos ni irrepetibles, lo sostengo, pero la mirada de cada cuál en su incendio no se parece a ninguna.

El fuego interior es un performance siempre único.

Pienso en las lecciones, pienso principalmente en las lesiones que las batallas amorosas dejan y lo celebro. Benditas lesiones con sus grietas que abren espacio para la luz, esa imagen de Leonard Cohen, entrañable veterano de guerras amorosas y psíquicas. Incendios y batallas incluidas, creo que estaremos bien mientras sigamos riendo como niños y enamorándonos como idiotas.

Hay que volver a intentarlo, me digo. Porque también ocurre que el milagro se presenta: a veces A ama a B y B ama a A.  

Y entonces todo tuvo y tiene sentido.

*

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Alma Delia Murillo

Es escritora, autora de los libros Cuentos de maldad (y uno que otro maldito) y El niño que fuimos bajo el sello de Alfaguara; Las noches habitadas (Editorial Planeta) y Damas de caza (Plaza y Valdés). Colabora en El Reforma, The Washington Post, El Malpensante, Confabulario de El Universal, Revista GQ y otros medios. Desarrolla guiones para cine y teleseries. Autora de las audioseries y podcasts en Amazon Audible: Diario la libro, Ciudad de abajo, Conversaciones, El amor es un bono navideño.

2 Comments

  1. Andrés Hernández

    Es por ello que las canciones de amor y desamor tienen tanto éxito, por ello uno se identifica con este o con aquella, el sufrir y el gozar es tan similar en cada individuo que a veces de ver sufrir al otr@, surge el enamoramiento y empieza la gozadera, hasta que el para siempre se acaba….

  2. Veo que con frecuencia tus escritos son de temas amorosos.

    A ama a B Pero …

    Si claro. Imaginate. Tus has sido A, B y C.
    Creo que en estos temas he llegado tristemente a la Z
    Todos los papeles y todas las tragedias las he vivido.
    2 divorcios. como 25 novias (o intentos), y ya perdi la cuenta y varios cuernos que me han puesto. Y no pierdo la esperanza……

    Estoy en tu equipo. Creo que soy el portero. Nunca anoto, pero siempre recibo los goles.
    Mis ultimos cuernos me los puso una Italiana en el 1994, hija de un mafioso de Calabria Italia. Imaginate la historia. Sali corriendo con todo y mis cuernos. Ni hablar.

    5 años despues del suceso, en el año 1999, me la encontre de nuevo (al diablo en persona) en una calle de Pittsburgh antes de subirme a un autobus cuando salia de recoger a mi hija de su Kinder.
    Mierda. Como fue eso ?

    En el 2004, tuve mi primera separacion en donde tuve una hermosa hija, quien desde hace 8 años no veo. Su P. Madre le ha hablado siempre pesimo de mi. Such is life. Otro romance que termino mal.

    Tengo varias historias, y me persiguen en mis mas reconditas pesadillas. Por eso necesito escribirlas. Bueno, no todas mis historias son malas.

    Saludos.

    Pedro

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