posmodernos y jodidos

Un viernes con el enemigo

 Crédito imagen : Alberto Alcocer @beco.mx

El café se enfrió y las lágrimas se calentaron en algún lugar del pecho.

El cerebro es una cosa rara, justo dos minutos antes repetía en algún rincón de mis conexiones neuronales el estribillo de una canción a ritmo de son: “Ay, me muero, sin tu veneno, me muero yo” Y eso me llevó a pensar en algo que escuché hará cosa de diez años: las parejas que no pelean, están desahuciadas.

Era viernes, la pelea había sido memorable. Yo dije cosas horribles, deliberadamente hirientes, él respondió dando un puñetazo a la pared. Todos los pleitos de pareja parecen ser la misma historia, con el mismo clímax, y muy probablemente, con el mismo desenlace. Pero eso no lo sabes cuando estás ahí, sintiendo una explosión de furia que te revienta los huesos y te ennegrece el alma.

La batalla se había desatado —perdonen la falta de originalidad— porque su ex mujer me odiaba. Ellos seguían siendo amigos y también amigos de los amigos de un gremio tan extendido como apegado, así que el contacto con mi predecesora era constante y ella no dejaba pasar la más flaca oportunidad de manifestarme su desaprobación o de exhibir su superioridad sobre mí haciendo comentarios públicos para descalificarme.

Me eligió de enemiga y congregó a todo el que quisiera tomar partido por ella, es decir que hizo lo típico. Lo que hacemos todos a los que nos corre sangre por las venas: aferrarnos con uñas y dientes para que el entorno no cambie, para que nuestros vínculos permanezcan inalterables y los de quienes nos rodean también, para proteger con nuestra más pura irracionalidad aquello que amenaza contra el mundo conocido, sobre todo el de la identidad emocional.

Yo (él, ella, ellos) estábamos viviendo una historia infinitamente repetida. El problema, insisto, es que en la biblia no nos dicen qué cabronadas hizo el ex de Eva ni la ex de Adán cuando esos dos recibieron el título de la pareja del momento y ahora todos pensamos que somos los conquistadores originales de cualquier territorio o ser humano al que llegamos. A ver si alguien habla con los editores porque a ese libro —peligrosamente fundante, para colmo— le urgen un montón de ajustes. En fin.

Tras el puñetazo en la pared vino un azotón de puerta y él se fue un par de días. Yo me quedé rumiando mi resentimiento, mis ganas de lastimarlo para devolver la herida de traición que me escocía, mis ganas de ser mala. Recuerdo aquellos días como un pasaje espeso en el que tuve miedo de mí misma, un túnel oscuro en el que fui capaz de concebir las venganzas más atroces. No ejecuté ninguna, desde luego. Pero la sola posibilidad de asomarme a mi lado torcido, me hacía sentir culpable.

Entonces ocurrió algo extraño (niños menores: no lo intenten en casa), tanto darle rienda suelta a mi lado cruel y a mi furia imaginando revanchas terribles y pensando mal de él, ella, nosotros, ustedes y ellos; me fue limpiando hasta que me hizo sentir realmente mejor, al punto que de pronto me iluminé y comprendí que sólo formábamos parte de un laberinto de espejos. Que todos éramos el reflejo de la carencia del otro, de la otra; que todos proyectábamos y veíamos en el de enfrente, el de al lado, la de atrás, aquellas piezas mal acomodadas de nosotros mismos.

Recuerdo también que tuve un vago pensamiento que en ese momento no me permití abrazar por estar en el centro del desencuentro, pero ahora lo hago.

Pensé: tengo el honor de ser tu enemiga.

Hay mucho ahí, ser el enemigo de alguien es tremendamente valioso porque el otro nos elige y nos pone, queriendo o sin querer, en un lugar importante en su proceso de transformación.

Juro que no estoy en drogas, sólo intento transmitirles lo que pienso. Ha de ser que voy por el cuarto café o que el estribillo de la canción del veneno está colonizando otros pasajes neuronales del inquilino que llevo por cerebro. No sé.

El caso es que se nos va la vida queriendo ser buenos, al menos a la mayoría, creyendo en dioses, leyes, madres y padres, escuelas, caricaturas y publicidad que nos inducen a ser buenos. Y me parece que a veces hay que permitirse ser malo, asomarse a esa grieta profunda, darle forma al pensamiento de lo que odiamos, de lo que no soportamos; hay tantos mensajes personalizados en ello, tanta identidad por recoger y recuperar desde ahí, que nos perdemos de la mitad de nosotros mismos negándole la mirada a ese yo feo, perverso y jorobado del espejo.

No está de más atreverse a probar el caldo de nuestra maldad para enterarnos de qué carajos estamos hechos. Es lo que creo hoy, que también es viernes y que he sido un poquito mala. Pero ya me siento mejor.

@AlmaDeliaMC

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Alma Delia Murillo

Es escritora, autora de los libros Cuentos de maldad (y uno que otro maldito) y El niño que fuimos bajo el sello de Alfaguara; Las noches habitadas (Editorial Planeta) y Damas de caza (Plaza y Valdés). Colabora en El Reforma, The Washington Post, El Malpensante, Confabulario de El Universal, Revista GQ y otros medios. Desarrolla guiones para cine y teleseries. Autora de las audioseries y podcasts en Amazon Audible: Diario la libro, Ciudad de abajo, Conversaciones, El amor es un bono navideño.

19 Comments

  1. Claudia SP

    Que texto tan chingon, siempre es un placer leerte @AlmaDeliaMC

  2. Carolina PV

    Me encantó esto de “Tengo el honor de ser tu enemiga” y es verdad. No hay nada más sincero y transparente que el odio al otro.
    Me gustó tu texto. Lo citaré a n alguna conversación.
    Felicitaciones

  3. Así que tienes planes e intereses personales de realizar una segunda temporada de ese precioso libro de «Cuentos Malditos (y uno que otro maldito) «?
    Celebro q la realidad sea tal que solo escribirla permita acomodarla en sus cajones, cajas, urnas o ataúdes según sea la talla p dimensión de la Historia.
    Un abrazo

  4. Eva Leticia Becerra Peralta

    Yo, tu, el, ella, vemos estado, ahí y si también la maldad nos inundó. Un abrazo enorme para ti en tiempos del Covid-19 que nos distancia pero también nos acerca!

  5. It takes two to Tango
    Alma Delia

  6. Jorge Aguilar

    De las pasiones de hombre, la peor odiar!!! El odiado a veces ni se da cuenta que tiene el honor de ser el principal enemigo de alguien

  7. Como siempre, mi flacucha, excelente relato, abrazos

  8. Gilberto González Gamiño

    Interesante y fecundo. Gracias Alma, te leo y escucho con interés.

  9. Victoria Medina

    M e encanto, un placer leerte..

  10. Gracias Alma

    «Tengo el honor de ser tu enemiga.»
    Y bien… sí. Genial
    En las relaciones de pasión, uno sólo se debe encabronar con quien vale la pena. A los demás uno los elude o los deja en visto.

    Y esa tramadera de venganzas y resentimientos,… Claro.

    Qué maravilla!

  11. Tomo nota por si lo necesito. Nunca se sabe.
    Gracias por escribir, y un abrazo enorme.

  12. En serio que lo que dices cuando escribes sana un poquito cada vez. Gracias!

  13. Angeles Mastretta

    Querida: ¡Qué fantástica historia! Y qué bien contada. Gracias. Un beso, Angeles

  14. José Luis Angulo

    ¡Cómo me gusta tu escribir!

    Recién te encuentro y estoy deslumbrado. Mientras se me pasa, sorberé tu blog, tus libros, y tus artículos. Gracias.

  15. Claudia Trinidad

    Como siempre un placer leerte, siempre con las palabras precisas. Te mando un gran agrando mi querida Alma

  16. Gilberto C G

    Texto espléndido.

  17. Norma Corella Vasquez

    Eres amiga de Marcela que es amiga de Mario mi hermano que me mandó el texto de “desnudos” para seguir la cadenita lo envié a mis contactos favoritos y no sabes cuanto me lo han agradecido.
    Una bocanada de aire fresco cada escrito.

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