posmodernos y jodidos

Tiempos de ansiedad


 Crédito imagen : Alberto Alcocer @beco.mx

Lo primero fue sentir que me estaba volviendo loca. Unos episodios de desconexión que me dejaban perturbada durante días, esa sensación de túnel donde todos están del otro lado, lejos, desfasados en una realidad distinta a la tuya.
Luego vinieron los ataques de pánico que yo confundía con crisis de hipoglucemia. Temblar, hiperventilar, la lengua y las manos adormecidas, ese dolor en el pecho. La certeza de que venía un infarto fulminante.

Tenía entonces 24 años, ahí empezó mi peregrinar con cardiólogos y psiquiatras. Ese maldito demonio llamado ansiedad del que tantas veces he hablado. Es una putada. Es enorme, difícil de trascender, inhabilitante.
Trabajaba en aquél tiempo como consultora para una empresa transnacional; me rompí por dentro el día que, al llegar a una reunión de trabajo, un ataque de pánico me dejó tirada cuan larga soy en el lobby del corporativo. La vergüenza, el pánico, todo junto. Y el desempleo, claro.
Porque perdí ese trabajo. Y tantos otros.
El demonio no hacía sino crecer y le crecían también las fauces y las garras y yo no dejaba de sentir que cada día me hacía tajos más profundos por dentro.
Me daba miedo dormir y morir durante el sueño, me daba miedo despertar a los ataques de pánico; me daba miedo salir a la calle pero me daba más miedo quedarme en casa.
Un día que me sentía bien me subí al metro. No debí hacerlo.
Todavía se me encoge el estómago de recordar el ataque que se detonó cuando el convoy se detuvo durante minutos y yo me hice consciente de que estábamos a nivel subterráneo, “atrapados”; empecé a sudar y a temblar, saqué mi bolsita de papel para no hiperventilar, pero fue en vano. Ataque de pánico en toda forma, frente a los otros pasajeros que me veían con cara de asco. Vayan ustedes a saber lo que habrán imaginado. Apenas se movió el tren y paró en la siguiente estación, yo salí disparada sin saber muy bien a dónde, sólo quería respirar.

Si alguien me hubiese dicho, allá y entonces, que lo superaría, que un día podría respirar normalmente, que podría volver a hacerme cargo de mí misma, no lo habría creído.
Es difícil creerlo cuando sientes que has caído al calabozo más oscuro y que cientos de fieras desconocidas te lamen los pies, dispuestas a devorarte.
Me tomó años de luchar a brazo partido contra esa bestia inconmensurable; pero logré dominarla.
Se puede con terapia. En terapia entendí el origen de mi Leviatán personal: una historia de sobrevivencia, sobresaltos, abuso y pobreza; no era de extrañar que mi psique se hubiese quedado anclada a un patológico estado de alerta. También se domina con amor, propio y de los demás. Aprendiendo la autocontención. Escribiendo como remedio milagroso contra cualquier mal. Corriendo. Hablando con otros sobre esos episodios. Tomando dosis de realidad cada día, la realidad no es el caos que la imaginación dispara, la realidad tiene datos concretos, es un dique que contiene a la cabeza enloquecida.

¿Y por qué viene a cuento ahora? Porque la bestia de la ansiedad aprende a obedecer en tiempos de calma, con variables conocidas, en situaciones controladas; pero despierta cuando el caos la llama, porque no está muerta, sólo domesticada. Y un animal con miedo, ya se sabe.
Cada tanto reconozco sus señales. Un dolorcito de cabeza y ya me veo en la fosa; un carraspeo porque tragué chueco y la bestia le gana en velocidad imaginativa a mi cordura, ya me veo con el resultado de la prueba del COVID19 positiva… despierto por las noches con el crujido de las ventanas y la duela que el sol ha calentado durante el día y quiero saltar de la cama y salir corriendo por si está empezando a temblar —para agregarle tensión a la trama, qué quieren. Luego me digo que no está temblando, me tranquilizo y vuelvo a dormir, pero entonces los sueños vienen cargados de las peores pesadillas.

Y los proyectos de trabajo, y si se cancelan, y si suspenden los pagos que me deben… entonces la bestia pega su nariz fría a mi pecho. Ahí está, esperando para morder, hambrienta, afilada.
Estoy segura de que los ansiosos del mundo somos legión, y sé que hay una edad en la que te sientes inadecuada o inadecuado por tener esa cosa dentro de ti y no se lo cuentas a nadie.
Estoy segura de que muchos, entre broma y broma, vamos dejando saber que estamos muertos de miedo. Aunque nos mantengamos funcionales, mostremos buen ánimo y le pongamos la mejor cara a lo que está pasando; sabemos que la bestia puede despertar y correr detrás de nosotros con toda su potencia para atraparnos.

Escribo para ustedes: somos muchos. La certeza del acompañamiento con otros que comparten esta condición, siempre reconforta. Esto también pasará, y la psique tiene una reserva poderosa, inexplicable, un lado luminoso, capaz de crecer y de cuidar, de autocontenerse y de regularse. Habrá que aferrarse a ella.
Quienes hemos bajado al infierno sin haber muerto, sabemos que después de la larga noche viene un día de cielos despejados.
Les dejo un abrazo no físico ni mental, sino del alma. Y nos repito: esto también pasará



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Alma Delia Murillo

Es escritora, autora de los libros Cuentos de maldad (y uno que otro maldito) y El niño que fuimos bajo el sello de Alfaguara; Las noches habitadas (Editorial Planeta) y Damas de caza (Plaza y Valdés). Colabora en El Reforma, The Washington Post, El Malpensante, Confabulario de El Universal, Revista GQ y otros medios. Desarrolla guiones para cine y teleseries. Autora de las audioseries y podcasts en Amazon Audible: Diario la libro, Ciudad de abajo, Conversaciones, El amor es un bono navideño.

39 Comments

  1. Así como al contar nuestro pasado, lo aderezamos, y le añadimos salpicaduras de ingenio, humor y consuelo, hagamos lo siguiente:

    Tengamos nostalgia y añoranza del futuro posible. Con eso lo invocaremos y tenderemos hacia allá.

    … Y el destino sea muy favorable para ti, Alma.

    • Alma Delia Murillo

      Gracias, Beto querido, qué generoso y cariñoso tu comentario. Un abrazo.

    • Hermilo Calatayud

      La psicología cognitivo conductual funciona muy bien. Los libros de Rafael Santandreu imperdibles; por supuesto la medicación indicada por un BUEN psiquiatra como la dra Aizpuru, que está en Puebla, es excelente. Gran abrazo y gracias por compartir y abrirte. Felicidades , eres una grande!

    • Que lindo escribes! Alma del alma, sienore me llegas, siempre me afectas con tus palabras. Es mágica tu escritura.

  2. Victoria Medina

    Hola, un placer leerte, e identificarme con tu escrito, darme cuenta que yo sentí eso en el pasado, y a raíz de eso he aprendido a estar sola, disfrutar la soledad y me ha ayudado a ser mas fuerte, solo espero no volver a sentirlo en estos tiempos, gracias…

  3. Que feo ha de ser eso, no lo entiendo peto me da gusto que lo puedas superar, saludos flacucha

  4. Toño Champy.

    Pufff, qué fuerte. Tuve una novia con ansiedad y ataques de pánico. Supe muy de cerca cómo se sienten, aunque no llegué a comprender del todo.
    Cuenta conmigo y con mi apoyo moral. No están solos. Andamos juntos el mismo camino empedrado.

  5. Eres todo alma y corazón. Te mereces toda la paz del mundo.
    Un abrazo de los que curan.

  6. Juan Carlos Flores

    Que buena descripción de la ansiedad, que mal que haya quien la experimente en diferentes tamaños por que independientemente de eso sientes que un día te va a asfixiar. Saludos, excelente texto!

  7. Antonio Álvarez Diaz

    Cuántas veces sentí lo que citas y que dolor. Recibir tu texto, hoy a sido una ventana a la vida. Lo agradezco. Vivo la orfandad de mamá, de Ikram Antaki, tu llegaste para ser ventana a la vida. Recibo tu abrazo y mando el mío para ti Alma, Mujer; niña, joven, adulta, pero sobre todo chingona.

  8. Te comprendo yo tuve una etapa así, en ese tiempo estaba casada con un artista plástico que me ponía el cuerno sin respeto y muy feliz para el. Pero yo estaba muriendo porque esto sucedía en una ciudad donde nada permanecía oculto Síntomas: despertar a medía noche o madrugada con dolor de pecho, sentir que al respirar el aire se volvía espeso, miedo de cruzar una calle, usar un puente peatonal elevado, etc. Mi cura un excelente médico internista y dejar atrás esta tóxica relación. Un abrazo empático y cariñoso.

    • Alma Delia Murillo

      Qué bueno que saliste de ahí, Eva. De verdad me alegro. Te mando un abrazo muy grande.

  9. Celia Estela Mojica Cervantes

    Sí, pasará y la sobrevivencia, llenará tu pozo de palabras listas para volar. Gracias querida Alma Delia, disfruto mucho tus textos y también las fotazas de Beco.

  10. Yoatzi Fabiola

    Alma
    Yo he sentido esa taquicardia, sudor en las manos. Jamás he hecho caso de ello. Pero si me identifico con la sensación de que todo me va ocurrir y con angustia por no saber qué pasará. Cantidad de tiempo pasó pensando en ello. Te envío un abrazo grande y que esto pase de la mejor manera para ti y todos los que atraviesan por tu situación.

  11. Erika Andrade

    Simplemente diré gracias por estas líneas me han servido mucho.

  12. Sofía Nahmad

    Siempre q te leo me estremezco.
    La ansiedad es ese mounstro que despierta cada tanto.
    Y en este duro momento lo frágil vuelve a quebrarse, y uno quiere ser positivo, pero el miedo me avasalla, a veces despierto sudando, y algo doloroso me viene. Gracias Alma.

  13. Eso no me sonó a ansiedad… Y lo he vivido. Parte de un libro? Me gustó la reseña.

  14. Nukhet Iskender

    Mi Alma hermosa, abro los ojos esta mañana y te leo! Ayer te pensé, cómo está, que estará haciendo? Te mando mucho amor mi niña

    • Alma Delia Murillo

      Nukhet queridísimaaa, te extraño. Qué alegría saber que te asomaste a leer esto. Te mando un abrazo y amor de regreso 🙂

  15. Juan Encinas

    Claro que pasará
    Alma
    Y algo más pasará
    Será que hacía falta
    Que pasara
    No importa
    Pasó
    A brazo lejano in tenso

  16. Es duro, muy duro. Yo sentí todo eso con la horrible sensación de que iba a morir. Años con un par de psiquiatras y una psicoanalista que por cierto nunca hice «clic».
    Daños irreparables en lo emocional, social, familiar, laboral, académico y $$.
    Pegó fuerte.
    No basta el «échale ganas» porque en parte, no es así solamente.
    Tantas veces de querer llorar y «No poder siquiera, derramar mi llanto».
    Gracias por compartir por la empatía.
    Estamos

  17. José Manuel Morales Palomares

    Me identifico totalmente con tu texto. Te felicito por la claridad con la que expones lo desconcertante y doloroso que es esta lucha interna de tu mente, mientras los síntomas físicos te están consumiendo el cuerpo. Es duro haber bajado, pero la terapia, ese camino para salir del hoyo, es también un pretexto maravilloso para entender la complejidad de nuestro cerebro y el desarrollo de herramientas psicológicas y emocionales, para aprender a contener ese dique que se desborda, para querernos y querer, aceptarnos y aceptar, para vivir hoy, no ayer o mañana. Felicidades por tus palabras. Siempre me encuentro en ellas.

  18. Alberto Vázquez

    Un síntoma personal: en algunas reuniones, dónde no me sentía agusto, me empezaban a salir ronchas en la cara, y entendí qué empezaba una crisis de ansiedad, con el tiempo he aprendido a controlarme pero sobre todo a reconocer este problema. Sino estoy agusto pongo pies en polvorosa.
    Saludos

  19. Sigo sin poder controlarlo! Y lo sufrimos solos después de mucho tiempo por la vergüenza de que cansamos a la gente, a nuestros cercanos, a los doctores y te ven como un loco al que no hay que prestarle mucha atención. La realidad es que esto solo lo entendemos mientras lo vivimos, lo más triste viene después que despiertas de ese momento de crisis y te das cuenta que no quieres vivir así pero estás a tiempo de superarlo cuando llevas años sobreviviendo así? Por qué nos vivir así? Donde encontramos esperanza?

  20. Juan Carlos

    Qué similitudes! Los que lo hemos vivido sabemos la soledad y terror que te ahogan. Es terrible pensar que eres el único; cuando sabes que lo compartes con miles, te sientes identificado y te reconforta. Excelente texto, felicidades!!

  21. Gilberto González Gamiño

    La ansiedad es un monstruo de mil cabezas , con mil caras y formas de presentación. Tú lo retratas con gran talento. Te admiro.

  22. Gilberto C G

    Felicidades por el texto tan valiente.

  23. Raúl Palomares

    Alma, cada vez que te leo disfruto enormemente, más cuando en tu escritura me reconozco y me encuentro ahí mismo, en los muchos temas de los que hablas, en el de hoy mucho más, la fatalidad siempre nos alcanza. Siento cierto bienestar al leerte y leer a todos los que cuentan su experiencia, me inspira para buscar cómo resolver mi propia circunstancia respecto a la puta ansiedad.
    En fin, gracias por tus letras, un abrazo del alma para todos, saludos!

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