posmodernos y jodidos

Tazas de café

Imagen: Pixabay

Cuento al café entre mis taras, manías y bálsamos; encaja en todas. Pertenezco al grupo de humanoides que sin tomar un café por la mañana son incapaces de mutar a humanos.

Es imprescindible para mí. El café me centra, me alinea el alma con el cuerpo y la actividad neuronal, me pone completa en el mundo.

Cuando mis hermanos y yo éramos niños, mi madre (mormona transitoria en su búsqueda de algo en qué creer) evitaba a toda costa que bebiéramos ese veneno que nos iba a dejar enanos porque los niños que toman café no crecen y porque tomar café es pecado. Nos daban una infamia aberrante llamada café de soya. Una calamidad, una desgracia, una vileza.  Así que descubrí el café auténtico hasta que me fui de casa y creo que ese es el verdadero estandarte de mi emancipación adolescente.

Estoy convencida de que se manifiesta algo de la afinidad de carácter en la preferencia por esta bebida. Mis mejores compañeros de viaje han resultado aquellos a los que les gusta el café tanto como a mí. Podría decir con precisión cómo toma el café cada una de las personas que he amado y que amo aunque no me acuerde bien de su fecha de cumpleaños.

El café es un placer dentro de otro y luego dentro de otro y otro. No sólo el sabor de la bebida misma. Porque aunque tengo claro que me gusta muy caliente, sin azúcar ni ningún tipo de endulzante y con un toquecito de crema; también sé que me gusta sujetar la taza con las dos manos, que me gustan las tazas blancas para servirlo y que me agobia mucho cuando dos personas toman café en tazas diferentes, que lo prefiero cuando es aceitoso y huele achocolatado, que me gusta mirarlo y olerlo antes de dar el primer trago.

Hoy vi apiladas un montón de tazas de café sucias en la cocina de un restaurante, miré hacia las mesas, me sentí frente a un abismo de historias porque yo creo que todas las tazas de café tienen algo que contar. Así como hay ojeras bien ganadas, cultivadas primorosamente y ojeras ganadas a lo puro pendejo, hay tazas de café memorables y otras que nos pudimos haber ahorrado. Así también hay —seamos honestos— relaciones e intentos de relaciones que, si no estaríamos dispuestos a cancelar con un borrón o tachón inmisericorde, al menos nos preguntamos qué carajos hacíamos ahí. En ese segmento de relaciones insulsas agrupo yo a un par de hombres a los que no les gustaba el café. De plano.

Que si el café tiene propiedades curativas o atenta contra la salud, no me interesa. Abomino de nuestro culto a lo saludable que lo único que refleja es que estamos más enfermos que nunca. Me interesan sus historias, asimilar el hecho de que tener un café entre las manos es de verdad un lujo. Me interesa sentir eso que ahora mismo está saltando en mi interior, ahí está: dos personajes a los que une la historia de una taza de café, corro a anotar el argumento en el cuaderno de ideas y pronto me doy cuenta de que estoy tratando de inventar no sólo el hilo negro, sino el café negro. Qué obviedad, qué tarugada. De cualquier manera sé que voy a intentar ese relato, cómo no. Tal vez lo termine y vaya directo a la basura, pero con una taza de café entre las manos nunca se sabe.

Gracias por el que hoy se tomaron conmigo, que en el fondo de su taza se revele un buen augurio.

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Alma Delia Murillo

Es escritora, autora de los libros Cuentos de maldad (y uno que otro maldito) y El niño que fuimos bajo el sello de Alfaguara; Las noches habitadas (Editorial Planeta) y Damas de caza (Plaza y Valdés). Colabora en El Reforma, The Washington Post, El Malpensante, Confabulario de El Universal, Revista GQ y otros medios. Desarrolla guiones para cine y teleseries. Autora de las audioseries y podcasts en Amazon Audible: Diario la libro, Ciudad de abajo, Conversaciones, El amor es un bono navideño.

35 Comments

  1. Qué modo tan fregón de orientar la lectura a partir de un detalle tan cotidiano como significativo.

    Gracias siempre y cada semana

    • Alma Delia Murillo

      Gracias a ti por seguir leyendo, Beto. Un abrazo

    • Caramba Alma Delia, simplemente me estoy enamorando de ti como ser humano encantador, tu relato acerca del café y todas sus glorias ancestrales me hace identificarme contigo totalmente. Lo verdaderamente chingón es la forma de relatar tus preferencias y eso que no llegaste a la lectura de la taza de café porque eso es otro asunto interesantísimo. Felicidades por tu manejo del idioma y tu capacidad de expresión tan fresca y descriptiva.

    • Caramba Alma Delia, simplemente estoy fascinada contigo, tus columnas revelan a un ser humano encantador, tu relato acerca del café y todas sus glorias ancestrales me hace identificarme contigo totalmente. Lo verdaderamente chingón es la forma de relatar tus preferencias y eso que no llegaste a la lectura de la taza de café porque eso es otro asunto interesantísimo. Felicidades por tu manejo del idioma y tu capacidad de expresión tan fresca y descriptiva.

  2. Que bello!!! Muchas gracias x compartir ese café hoy conmigo… jejeje. Yo igual lo tomo así sin azúcar ni endulzar, y creo q entre sorbos de mi taza de café voy imaginando mi día, mi vida… siempre hay historias q contar entre tazas de café. 😊

  3. Ramsés Mendoza

    Tienes la combinación perfecta para leerte, una seguridad y gusto por narrar las cosas tan cotidianas de una manera tan propia, vaya. El gusto por el café y tus textos son el mejor augurio para arrancar todos los amececeres. Y agrego que el aroma a café por las mañanas debería ser declarado patrimonio cultural de la humanidad.

  4. Me encanta mirar lo cotidiano dese la perspectiva de los narradores. Los ojos de quieres escriben son mundos nuevos para los acumuladores de vivencias. Gracias. Buen café. Siempre disfruto sus textos.

  5. Una taza de café única la que tomas leyendo a una de tus autoras favoritas, en la quietud de tu mañana rodeado de silencio….el primer café, ella y tú.

  6. Me encanta leerte, el haberte descubierto por este medio. Diario ingreso para aprender algo nuevo de ti. Gracias

  7. Me senté a la mesa tras haberme servido mi primera taza de café hoy, abrí la red social y casualmente encuentro el link de tu post. Justo al final de leerlo termino este café (y no porque lea muy lento, sino porque releía y releía cada párrafo identificándome cada vez más, y disfrutando tu cafeínica, deliciosa narrativa).

    Por lo que sí, hoy nos tomamos un café. Y fue mágico. ¡Gracias!

  8. No se si me conecte las neuronas, si me quite el sueño, o lo que sea, pero si es cierto que una taza de café como me gusta, es algo que disfruto muchísimo. El mejor?? El que yo preparo. Paso buscando cafeteras, métodos, etc. Esto agobia a mi esposa, pero disfruta el café que preparo…., digo.

  9. Angel Jovani

    Muy buen texto. Y es vdd, nada como un buen café.

  10. Atl Cruz Ajorio

    Nuestro placer ¿dependencia? de tomar café, mezcal, nos hermana ¿también disfrutas el andar a gatas con el agua de las verdes matas? Así nomás, sin curar.

  11. Café de Veracruz, por supuesto. Maravillosa forma de sentarme contigo a disfrutar un café, más allá del café mismo. Saludos

  12. Gabriel Flores

    Vaya que estos últimos 28 años de mi vida han girado al rededor del café, aprendí el oficio con un señor de origen libanés en una vieja cafetería en el centro de la ciudad, me enseño desde reconocer y seleccionar los granos, tostarlo en 5 diferentes estilos, los tipos de moliendas y todas las preparaciones tradicionales de entonces (ahora hay muchas nuevas e inútiles creo yo), ahí he conocido amigos entrañables, grandes personas, mi gran amor y extraordinarias historias ademas de ser testigo de grandes discusiones y hermosas propuestas de matrimonio de las cuales en algunas fui complice, he estado en varias cafeterías y he contado con la suerte de que muchos clientes me sigan a donde esté, mi pasión es el café y todo lo que transcurre a través de el, excelente texto como siempre Alma Delia, un abrazo con aroma a americano cargadito.

    • Alma Delia Murillo

      Sí, podríamos contar la historia de nuestra vida con tazas de café. Un abrazo, gracias por leer.

  13. Claudio Méndez

    Me llevó al recuerdo del aroma impregnado a olor de café recién tostado que traía de Guerrero de ahí arribita de Atoyac, dónde lo disfrutaba mañana,tarde,y noche. Y de un amor no olvidado

  14. Todo un proceso alimentario la preparación de mi primera taza de café bajo el lema de “ conecta tu cerebro antes de empezar a trabajar “. Para mi gusto, temperatura adecuada ( tomable ), una pizca de mascabado y….. a saborear mi café, a través de ricos sorbos, imaginando y diseñando la ilusión del día que habrá de constituir mi programa de trabajo.

  15. Angeles Mastretta

    Querida: Cada vez escribes mejor. Qué bonito es este texto. Yo también prefiero el café cuando es grasoso y achocolatado. Fui dichosa cuando podía beberlo. Mientras tú esceibes tu cuento de las dos tazas de café, yo tendré que escribir uno sobre la permanente nostalgia del café.
    Besos

  16. Alejandro García

    Comparto contigo el gusto por el café, esa bebida necesaria por las mañanas, ese agradable olor al tenerlo en tu taza, saborearlo con un toque de leche y al terminarlo ver cómo quedan algunos pequeños granos al fondo de la taza.

  17. Genial.. como todos tus escritos. Te admiro

  18. En el desayuno, la mejor comida del día para mí, pasar del café al té fue una pequeña tragedia de la que no me he recuperado del todo a pesar de los veinticinco años transcurridos.
    Ahora a esperar al cuento de las dos tazas y al de la nostalgia del café.
    Un abrazo grande a mis dos escritoras queridas.

  19. Como una bebida nos une a muchas personas a la vez que inspira a otras. Gracias por tu escrito tan puntual como acertado

  20. Me considero cafetero, de preferencia por la mañana y la noche. El café acompaña mis lecturas, este texto es un poema al café. Tomo el café en la misma taza desde hace 20 años y no quiero cambiarla. Saludos Regios

  21. Me gusta el café, con muy poca azúcar si, pero amo mas su olor, tanto como amo el tiempo que me dedico a beberlo, sorberlo, ya sea solo o acompañado.
    Pero su olor me revive..
    Me relaja.

    Gracias por compartir.

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