posmodernos y jodidos

Mis doce libros del 2021

Como siempre digo: lo mejor que hay en mi corazón, si algo bueno tiene, son los libros que he leído. Aquí va una selección de mis lecturas del año, son doce títulos, uno para cada mes. No fue fácil dejar tantos otros fuera, así que valoren el esfuerzo. Están en el orden meramente cronológico de mis lecturas, conforme me fui encontrando con ellos.

El vagabundo de las estrellas, Jack London (Nórdica libros, 2013)

El desempeño máximo de las palabras ocurre cuando nos permiten ver y sentir más allá de lo que leemos. No hay plataforma Homo videns que compita con la capacidad evocadora de una prosa bien narrada, la vocación sinestésica del relato. Esto pasa con los viajes que hace Darrell Standing desde una camisa de fuerza condenado a muerte por el hipócrita sistema penitenciario que los gringos llaman justicia. Es la última novela escrita por London  —en 1915— y se nota la madurez de su pluma en la sofisticación del pensamiento literario, crítico y creativo. Como dice Fernando Savater en el prólogo: esto es realidad virtual antes de que el mundo alardeara de ello. Y ahora que lo releo qué envidia siento de quienes van a conocer la novela por primera vez.

Vivir abajo, Gustavo Faverón (Candaya, 2019)

La historia es una brutalidad: George Bennett, hijo de un militar torturador de la CIA que ha traído la locura nazi a América Latina, recorre varios países tratando de convertirse en cineasta. La novela es un laberinto de horror y, pese a todo, de belleza. La prosa de Gustavo Faverón (Lima, 1966), es tal tiroteo de talento narrativo que como lector no hallas dónde esconderte. Vale cada una de las 600 páginas, es polifónica y recorre nuestros países mostrando que el oscuro tejido de las guerras en Europa se extendió a este lado del Atlántico mucho más de lo que creemos. Despliega una poesía desgarradora, momentos de ternura profunda y universal que es el meridiano de la sobrevivencia y que puede hablar cualquier idioma.

Los abismos, Pilar Quintana (Alfaguara, 2021)

Una muñeca que se suicida, una madre que no quiere ser madre porque primero quiere ser mujer, una hija pequeña que lo atestigua todo. Los abismos de Pilar Quintana es una fina y bien lograda historia que cuestiona cortando como un bisturí los mitos de la maternidad y que regala estampas literarias preciosas. Todo contado desde el punto de vista de Claudia, una niña de inteligencia aguda que se aleja de todo maniqueísmo para relatar la frustración de una madre colombiana en los años ochenta que bien podría ser cualquier madre de cualquier país en los siglos XX y XXI. No es una historia femenina, es el punto de vista que nos regala una testigo que mira desde una cerradura prohibida para contemplar ese sistema de edulcorada felicidad que llamamos familia.

El invencible verano de Liliana, Cristina Rivera Garza (Random House, 2021)

La novela más dolorosa que leí en mucho tiempo. Con una valentía inaudita, Cristina Rivera Garza se adentra en el duelo y analiza el feminicidio de su hermana Liliana Rivera Garza, a quien un ex novio asesinó por no tolerar el rechazo: “Ángel ejerció una violencia letal espeluznante sobre el cuerpo de mi hermana guiado por el odio. El odio de género. El odio contra la independencia y la libertad de las mujeres. El odio contra Liliana”. Es una historia personal que resuena en un país cuyo relato cotidiano es el conteo de mujeres asesinadas. Y a pesar de lo insoportable, Cristina cuela la esperanza: está en el compromiso de ese amor de hermana que no dejará de contar la historia, en la mirada a la vitalidad deslumbrante de Liliana, en el verano invencible que nos increpa para no resignarnos a la oscuridad ante la que, a ratos, parece que México se ha rendido.

La lección de música, Pascal Quignard (Funambulista, 2005)

Este texto se publicó en 1987 y es previo a Todas las mañanas del mundo que, probablemente, sea la obra más conocida de Quignard debido a la adaptación cinematográfica dirigida por Alain Corneau y protagonizada por Gérard Depardieu. La lección de música teje tres relatos con una sutileza y una sabiduría musical espléndidas: el violista Marin Marais, un breve pasaje de la vida de Aristóteles, y finalmente el laudista chino Pu Ya: el milagro es que esas tres historias tan lejanas, tan eruditas, tan especializadas, se vuelven universales y le hablan al corazón y al oído de cualquiera que tenga sensibilidad musical y narrativa. Pareciera que Quignard descubre aquí el origen de todo relato: palabra y ritmo.

Antología poética, Carilda Oliver (Colección Visor de poesía, 1997)

Hay que leer poesía y hay que tener amigos poetas. Llegué a los poemas de Carilda Oliver por recomendación de mi amiga y también poeta Julia Santibáñez. Desde el principio me dejó sin aliento, es de una fuerza vital ineludible, muestra una ternura y una desesperación titánicas que no pueden dejar indiferente a nadie.

Por desgracia ha ocurrido con Carilda Oliver como con tantas otras mujeres poetas que son reducidas al mito de su personalidad o su belleza (Nahui Ollin, Eunice Odio, Pita Amor) y se analiza con poca seriedad la potencia y complejidad de su obra que es de muy altos vuelos. La forma en la que esta enorme poeta va observando y ritmando el mundo es un hallazgo:

“Así voy comprendiendo

que me sobra para siempre mirada”

Caballo fantasma, Karina Sosa (Almadía, 2021)

Desde que leí los primeros textos de Karina Sosa en distintas compilaciones y revistas supe que estaba frente a una narradora distinta, fresca, elegante. En esta primera novela, esa forma de relatar se sostiene: sin estridencias cuenta la historia de una joven que enfrenta las batallas más determinantes de esa extraña transición en la que nos hacemos adultos: el amor y el desamor, la ausencia y muerte de una madre cuya ludopatía la llevó a apostar su vida a los caballos, una madre que siempre fue un fantasma y que quizá murió soñando con una yegua negra. “Buscando un lugar donde las ideas no pesaran tanto, donde pudiera ser otra, apenas una sombra, un caballo desbocado”. No tengo la menor duda de que con Caballo fantasma Karina Sosa ha abierto la estela de una interesante carrera literaria.

Las bodas de Cadmo y Harmonía, Roberto Calasso (1988)

La lectura de este libro de Calasso fue fundacional para muchos de nosotros, nadie había narrado con tal destreza, humor y sapiencia la búsqueda del origen de la cultura occidental, esa pregunta con la que el texto reinicia una y otra vez: “Pero ¿cómo había comenzado todo?” y el compendio de mitos con su respectiva carga antropológica y psicológica que Calasso va desplegando en un paisaje tan inacabado como contundente, permite una relectura inagotable porque el mito es el propio mundo. La muerte de Calasso en julio de este año nos dejó un poquito huérfanos, y estoy segura que, como yo, muchos de sus lectores corrimos a revisitar Las bodas de Cadmo y Harmonía y lo encontramos tan deslumbrante como la primera vez. Sí, los dioses no han vuelto a sentarse con nosotros para compartir banquete alguno, pero dejaron el mejor regalo de bodas: la palabra escrita. Sólo el epígrafe de Salustio que Calasso eligió para este título es razón contundente para perderse en su lectura: “Estas cosas no ocurrieron jamás, pero son siempre”.

Hacia un saber sobre el alma, María Zambrano (Alianza editorial, 1987)

María Zambrano no es una filósofa ni una intelectual, María Zambrano es un estado del alma. Leerla pone a levitar al fardo mental más pesado y transforma la mirada sobre el mundo.

Esta compilación de ensayos que van del año 1933 al año 1945 y que ella misma eligió para integrar el libro, son muestra de su lucidez y de la completud de su inteligencia tan racional como emocional. Ese método de “razón poética” (creo que el nombre se queda estrecho) con el que se identifica su forma de filosofar, teje aquí unas conversaciones portentosas con Nietzsche, con Rousseau, con Freud; luego va de la Edad Media al Renacimiento y a la cerrazón doctrinal de la España franquista con la ligereza de una mariposa. Las metáforas, las creencias, la secreta vida del corazón, el ritmo de la vida, la paternidad… no hay tema que María Zambrano no toque y en todos asombra. No sé si ha quedado clara mi fascinación con ella pero seguramente la elegiría para esa hipotética isla desierta donde sólo puedes llevar un libro.

Delito de vida, Alda Merini (Vaso Roto, 2018)

Hay libros que nos encuentran y no al revés, me sucedió con Delito de vida donde Alda Merini narra su cautivante autobiografía alternando con poemas demoledores. Poeta italiana de talento desbordado nacido del dolor, un dolor trascendido en belleza a través de los versos de esta mujer tocada por la gracia de la palabra como pocas. Pasó varias épocas internada en un hospital psiquiátrico —el paralelismo con Leopoldo María Panero es interesante— pero en las interminables ventanas de asombro que Alda Merini abre está la de un indestructible amor por la vida y el erotismo, la certeza de una divinidad contenida en la locura y, al mismo tiempo, una lucidez hiriente que descoloca. Me avasalló desde la primera línea.

“Los profetas son los hijos de Dios, pero los poetas son los nietos; ven y entienden las cosas antes que ocurran; y oyen voces, que no son las voces de la paranoia, sino las inquietudes de su tiempo. El poeta da señales de lo que está por suceder, lamenteblemente nunca es escuchado”.

El peso de la mariposa, Erri De Luca (Sexto Piso, 2012)

Otro libro que llegó a mí providencialmente, un regalo que me remitió con una semejanza sorprendente a una serie de símbolos con los que he hecho el relato de la vida de mi padre. De Luca cuenta una historia con una premisa tan fiera como hermosa: todos somos cazadores y presas, por tanto todos somos capaces de intuir nuestra muerte.

El rey de los antílopes sabe que ha llegado su hora, pero lo sabe también el cazador cuando ve a una mariposa posarse sobre su arma… algo ha cambiado, el curso de los acontecimientos apunta hacia un único final.

La novela es tan dura y tan suave, tan definitiva, que podría ser todas las novelas en una y que, además, es de una brevedad preciosa.

La prosa de De Luca es perfecta, sabia, elegante y sudorosa al mismo tiempo. Toda una lección de escritura, de ritmo, de manejo del lenguaje. Es, posiblemente, la novela que más disfruté este año.

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra (1605)

No puedo evitarlo, es mi cruzada personal hablar al mundo de las maravillas del Quijote para ver si convenzo a algún desocupado lector de que viva esta experiencia.

Este año, desde abril, junto a un grupo de doscientos chiflados, Julia Santibáñez y yo estamos volviendo a leerla y ha sido una aventura absolutamente nueva, no hay capítulo que no encuentre sorprendente, como cosa de encantamiento.

Renegaré siempre de esos maestros culifruncidos que nos arruinaron la lectura del Quijote en la escuela y repetiré esto hasta el cansancio: es la novela más divertida, gozosa, profunda y al alcance de cualquiera que esté dispuesto a entregarse a ella.

Este año, particularmente, ha resultado iluminador leer el Quijote siempre a la luz de la biografía de Cervantes porque esta obra es inseparable de la experiencia de vida de su autor a quien cada vez admiro más.

Como dice la pluma de Cide Hamete al final: Para mí sola nació Don Quijote, y yo para él.

Ya, ya sé que esta señora novela no nació para mí pero yo sí nací para ella. Déjenme en paz.

Ojalá que a alguien acompañe alguno de los títulos que comparto, porque si 2022 se porta igual de cabrón que los dos años anteriores, ya sabemos a dónde ir: todavía no conozco mejor panic room que un libro.

Feliz año nuevo. Los abrazo con todo mi cariño y con todas mis palabras.

*

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Alma Delia Murillo

Es escritora, autora de los libros Cuentos de maldad (y uno que otro maldito) y El niño que fuimos bajo el sello de Alfaguara; Las noches habitadas (Editorial Planeta) y Damas de caza (Plaza y Valdés). Colabora en El Reforma, The Washington Post, El Malpensante, Confabulario de El Universal, Revista GQ y otros medios. Desarrolla guiones para cine y teleseries. Autora de las audioseries y podcasts en Amazon Audible: Diario la libro, Ciudad de abajo, Conversaciones, El amor es un bono navideño.

8 Comments

  1. Algunos de los libros que has nombrado los he leído -la mayoría no-, y disfrutado.
    Como tú, también me llevaría a una isla desierta los ensayos de Hacia un saber sobre el alma. En cuanto al Quijote, tengo una amiga que lleva toda la vida leyendo dos capítulos al día, cuando termina, vuelve a empezar.
    Venturoso 2022, querida Alma.

  2. Chío González

    Excelente guía de lectura para este año, gracias!! Felíz año!!!!

  3. Estimada Alma,
    Desde hace muchos años leo tus columnas y hace poco leí «El niño que fuimos» y escuché con mucho placer «Los cuentos de maldad». Tus textos me han acompañado diferentes momentos y ahora que estoy en Patreon quería escribirte para agradecerte todo lo que compartes, como esta lista tan valiosa!
    Ahora que me agarró el virus maldito, me alegro de tener tiempo para leer muuucho!
    Te deseo lo mejor para el nuevo ciclo solar.

  4. Berenice Valdez

    Querida Alma,
    Recibo tus recomendaciones con la alegría propia de una niña emocionada por ver sus regalos.
    ¡Muchas gracias!
    Berenice

  5. Raul Oviedo

    El invencible verano de Liliana…esta en mi lista ,desde que vi la entrevista que le hizo a su Autora me hice ese proposito,
    La feria, de Arreola
    Los pilares de la tierra ,Kent Follet{ lo volvere a leer}
    The kite Runner , Khaled Hosseini
    La silla del aguila, Carlos Fuentes
    y esos mas entre otros que vaya encontrando.

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