Se siente algo extraño en el cuerpo, se parece a otras enfermedades conocidas, pero algo es diferente.
Llega la calma a ratos pero algo sigue cambiando, avanzando dentro de ti. Pasan los días y crece la angustia y la incertidumbre hasta que llega el “sí, tienes COVID”.
Piensas en la muerte, en el dolor, en los hijos, los hermanos, la familia, en los miles de muertos de quienes no sabes ni su nombre pero sí sabes de qué murieron: de esa enfermedad que ahora tienes tú.
Pasas días entre los malestares, el miedo y la esperanza.
Y después "te recuperas", ¿eso es todo para mí? ¿Por qué otros sufren tanto o de plano no lo superan, ¿por qué? De alguna forma eso te incomoda, por qué todo es tan selectivo.
Solo quedan los nervios destrozados, el miedo, la ansiedad asomándose de cuando en cuando, despertándote en las noches para recordarte que esto no ha terminado; aún están los malestares físicos, y otros que no se notan pero se sienten.
Intentas volver a la vida y te sientes rechazada; “por no cuidarse, seguro anduvo de fiesta el fin de año, ¿quién o cómo se habrá contagiado? (sigo sin entender el sentido de buscar culpables del contagio) ¿te hiciste prueba, ya saliste negativo? No vayas a andar por ahí regando el virus … ja-ja-ja”
Y a veces me pregunto si, como dicen, de verdad “ya la libré”.
— Paz Murillo
Muy bueno, normal, tu hermana trae los mismos genes, inteligencia. Facilidad para escribir, felicidades y sírvase empezando es un excelente inicio, saludos
Qué maravilloso es leer un texto como si uno estuviera viéndose al espejo. Muchas gracias Paz por compartirlo.
Bien. En un texto corto describiste lo que yo pudiera llegar a pensar si me enfermara.
Es de tu hermana?
Hermana de Tigre, pintita.
¡Que buen relato!
Jajaja, sí, es mi hermana 🙂